Escaparate rural (Diario de Noticias de Alava)
Eva San Pedro / 08.02.10 / D.N.A.
Coincidiendo con la festividad de San Blas, protector de la garganta y encargado de traer las cigüeñas, la localidad de Dulantzi celebró un año más su tradicional feria de artesanía y productos agroalimentarios. Reinó el buen ambiente y se pudo disfrutar de una demostración de la elaboración de distintos productos del cerdo. Camiones, furgonetas, coches... Cualquier medio sirvió para acercar a medio centenar de productores y otros tantos revendedores hasta Dulantzi, donde instalaron sus puestos de chorizo, queso, rosquillas, legumbres, jamón, tartas y anchoas. El cielo, gris, hacía presagiar lo peor, aunque finalmente el clima dio una tregua y la feria pudo celebrarse para regocijo de los visitantes que desfilaron entre los puestos de la Herriko Enparantza.
La música de la fanfarre atraía al personal, cual flautista de Hamelín, hasta el centro de la villa donde se mezclaban los olores del talo, el chorizo, la chistorra y el buen vino. La gastronomía, la artesanía, las tradiciones y el modo de vida típico del caserío tomaron la plaza.
Ataviada con chaqueta, gorro de lana, bufanda y guantes, Aurkene Mendiluze, sus hijos Iñigo y Xabier y su marido Andoni, se dirigieron a los puestos, dispuestos a llevarse "pan casero, chorizo picante y lo que caiga", para la comida dominical. "Es una tradición, llueva o haga mal tiempo, siempre venimos", apuntaban mientras se acercaban desde la calle Fortaleza a los puestos de la Herriko Enparantza. Rosquillas por tres euros, pastel vasco entre 8 y 10 euros, anchoas por cuatro euros, panes por 2,50 euros o chorizos por 6 euros, fueron algunos de los productos que se pudieron adquirir ayer en Dulantzi en una feria menos numerosa tanto en número de vendedores como de público asistente.
txarriboda A las 12.30 horas, la atención de los visitantes se centró en el kiosco, donde una decena de jóvenes de la cuadrilla de blusas Basatiak representaron la matanza del cerdo a la antigua usanza. "El sábado de luna en cuarto menguante era el día que se mataba el cerdo. Había trabajo para todo el mundo, era un día grande. Se dejaban los demás trabajos de la casa o del campo para participar en la matanza. Hoy lo queremos representar como si fuera una fiesta popular", reconocían los organizadores del evento.
Aunque no se llevó a cabo la matanza en sí misma, los integrantes de Basatiak reprodujeron fielmente el picado de la carne, primero manualmente y después en máquina, el adobo, la elaboración de los chichiquis, los chorizos y las morcillas de arroz. "Antiguamente la matanza del cerdo solucionaba muchos problemas a las familias que pasaban apuros, porque del cerdo se aprovecha todo", explicaba David. Un año más, Dulantzi se convirtió en el lugar ideal donde disfrutar del particular escaparate que ofrece la feria de San Blas.