Ruteando por Dulantzi (DIario de Noticias de Alava)

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Eva San Pedro
PASADOS cinco minutos de la hora oficial de salida, las 9.30, dio comienzo ayer en Dulantzi la novena marcha de BTT, que contó con la participación de 261 cicloturistas. Fue un éxito para los organizadores de la asociación Ronzapil, veteranos en una prueba con un tiempo estupendo, un ambiente extraordinario y el viento como principal inconveniente a superar.

Los aficionados a la bicicleta de montaña esperaron a la inscripción de día para registrar su participación en la prueba, y decenas de ellos incluso lo hicieron en los últimos treinta minutos. La marcha, con posibilidad de circuito de 31 o 45 kilómetros con un nivel acumulado de 1.000 metros, se desarrolló por la localidad y sus alrededores, tuvo carácter no competitivo y transitó por caminos de concentración, bellos y también de gran dureza. "Ha sido muy bonito, con duras subidas y un par de bajadas técnicas. Incluso ha contado con un pequeño y divertido tramo por bosque", comentaron varios de los participantes que finalizaron la prueba.

La Herriko Enparantza fue el lugar de reunión de los ciclistas y donde a las 9.35 horas tomaron la salida. Un exigente recorrido, que cambia cada dos años para hacer más atractiva la prueba, donde el propio terreno y el fuerte viento del sur hicieron la selección de los mejores desde los primeros kilómetros. En la localidad de Adana, punto elegido para el primer avituallamiento a base de frutos secos, bebidas isotónicas, chocolate y fruta, un grupo de cuatro corredores mostró su clara superioridad frente al resto del pelotón. A más de un minuto, la pareja que les seguía comentaba la incomodidad del viento.

Tras reponer fuerzas, los primeros ciclistas se volvieron a subir a la bicicleta. Unos se atrevieron con el recorrido de 31 kilómetros y se tuvieron que enfrentar a escasos metros con dos duras rampas que mermaron más aún sus fuerzas. Otros, por el contrario, optaron por el recorrido de 45 kilómetros, de dificultad media-alta y más exigente por lo escarpado del terreno. Ya desde el inicio Ronzapil recordó las dificultades del terreno haciendo especial hincapié en la existencia de un peligroso badén en la bajada del primer bosque.

pie a tierra A lo largo del recorrido los ciclistas tuvieron que echar el pie a tierra en más de una ocasión y hubo quien dio con sus huesos sobre el terreno. La ambulancia tuvo que atender al menos a cuatro corredores por diversos cortes en brazos y piernas y torceduras. "A uno de ellos le hemos puesto un punto de papel para cerrar la herida porque decía que tenía pánico a las agujas", comentaba una de las responsables del puesto sanitario. Otro, con una mano vendada y un tercero con el tobillo inmovilizado fueron algunos de los ejemplos de lo peligroso de una prueba en la que era obligatorio el uso del casco para los participantes.

La organización contó con más de 50 voluntarios para cubrir los diferentes aspectos de la misma. Regulación del tráfico, marcación del recorrido, aprovisionamiento de los corredores, inscripciones o reparto de regalos fueron algunas de las tareas encomendadas a los miembros de Ronzapil.

El primero de los participantes en llegar a la plaza fue Ernesto Martínez, de 42 años y vecino de la localidad, hora y media después del inicio de la prueba. Gran aficionado a la bici, la de ayer era la primera vez que participaba, así que "llegar y besar el santo", comentaba jocoso a su llegada.

Martínez reconoció la dureza de la prueba, incrementada por el fuerte aire. "Tenías que estar todo el rato cogiendo rueda y meciéndote en grupos para hacer frente al viento. Además, justo en Dulantzi nos ha salido un perro que nos ha hecho llevarnos un buen susto", apuntaba al final de la prueba. Después de él, el goteo de corredores fue constante y con él la satisfacción por haber terminado una prueba no competitiva. Como la de Julen y Jokin, hijo del afamado ex corredor Javier Murguialday -ganador de una etapa en el Tour de Francia-.

La prueba se cerró en la plaza, casi cuatro horas después, con buen ambiente. La organización habilitó dos zonas de limpieza de bicicletas; una detrás del frontón de la plaza y otra en el polideportivo, donde los participantes llegaron de localidades cercanas como Agurain o Araia y de otras más lejanas como Nanclares, Oñati o la comarca de Sakana. Todos los ciclistas, medio centenar más que en la pasada edición, recibieron una bolsa de mano y un señalizador reflectante como consolación y, además, hubo quien obtuvo premios adicionales, como mochilas, linternas o cascos, gentileza de los patrocinadores.

La organización agradeció finalmente el respaldo al pueblo, al Ayuntamiento, a los colaboradores y animó a los participantes a repetir el próximo año en otra prueba con el mismo afán, dado el éxito de la mañana.